VENID, ADOREMOS AL SEÑOR
“Aclamad, justos al Señor,
que merece la alabanza de los buenos;
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor con el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones” . (Sal 33, 1-3)
(Salmo 33 [32] Himno de confianza en la providencia de Dios. Se expresa el deseo ardiente de amar a Dios y de hacerle amar por encima de todo).
Dicen que una de las cosas más difíciles en el mundo es poder tocar el corazón de alguien, es decir llegar a lo más profundo de su esencia de persona, a lo más propio y seguro de cada ser humano, y generar en aquel ser humano una respuesta desde su corazón.
Pues sucede lo mismo cada vez que nos acercamos al altar para recibir o adorar el Cuerpo y la Presencia del Señor Resucitado; es en estos encuentros en donde como nos ha dicho el Papa Emérito Benedicto XVI: “Podemos tocar el corazón de Cristo y sentir que Él toca el nuestro”.
Que en cada encuentro eucarístico sea una experiencia de “tocar” lo más profundo del Señor; que es su propio ser Divino que nos une íntimamente a Él, y comprendamos que no somos nosotros solos los que tocamos, sino que es Él quien primero toca nuestro corazón, y en donde como al apóstol Santo Tomás nos ofrece su costado abierto, para tocar y ver sus heridas glorificadas por el amor a nosotros, y podamos ser reanimados al palpar con las manos de la fe el Sagrado Corazón de Cristo y recibir un nuevo impulso de vida.
Esto es lo que realizamos con cada Eucaristía, lo que pedimos en cada Hora Santa o momento de Adoración Eucarística.
Haz Señor que vivamos estos días inspirados por este divino toque de amor; adorándote en cada Sagrario y en cada Custodia, y sintiendo como tocas lo más profundo de nuestro ser.
Que sólo deseemos tocar esta bendita fuente de vida, para que reanimados por tus latidos de amor, abramos nuestro corazón a todos, y renovemos el mundo con la fuerza de tu divino toque de Amor. Así sea.
¡Gracias Jesús por entregarnos tu Corazón!
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