viernes, 10 de enero de 2014

SOMOS TEMPLOS DE DIOS

En la medida en que purifiquemos nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras miradas, en la medida en que, con la ayuda del Señor, procuremos ese recogimiento, que es riqueza y plenitud interior, nuestra alma ansiará el trato con Dios...

"En los corazones (de los fieles) habita el Espíritu Santo como en un templo". Concilio Vaticano II, Const. Lumen Gentium.

Es el "dulce Huésped del alma", y cuanto más crece el cristiano en obras buenas, cuanto más se purifica, tanto más se complace el Espíritu Santo en habitar en él y en darle nuevas gracias para su santificación y para el apostolado.

El Espíritu Santo está en el alma del cricristiano en gracia, para configurarlo con Cristo, para que cada vez se parezca más a Él, para moverlo al cumplimiento de la voluntad de Dios y ayudarle en esa tarea.


"El Espíritu Santo viene como remedio de nuestra flaqueza" (Rom 8,26).



"El Espíritu Santo actúa internamente, dentro de cada una de las personas, como también sobre la entera comunidad, animando, vivificando, santificando". Pablo VI, Discurso de apertura de la 3º Sesión del Concilio Vaticano II, 14-IX-1964.



¡Qué distinto sería si fuéramos conscientes de que somos templos de Dios, templos del Espíritu Santo!







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