lunes, 6 de enero de 2014

ORO, INCIENSO Y MIRRA...LE LLEVARON LOS REYES MAGOS

Los Magos, al ver a Jesús con María, su madre, “cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2,11). Los Magos son los segundos destinatarios de la revelación del nacimiento de Cristo.

¿Cuál es el sentido de estos regalos: el oro, el incienso y la mirra?.

1.EL REGALO DEL ORO:
El oro es uno de los metales (sino el primero) más valiosos del mundo. Bíblicamente hablando, el oro es símbolo de las cosas más preciadas del carácter y personalidad de Dios, de Cristo, la Iglesia y el hombre.
El oro es símbolo de: realeza, dignidad, autoridad y soberanía. Representa gobierno, posición, absolutismo y dominio. Este metal es una representación del carácter firme del hombre, y de su reinado.
El oro da seguridad, influencia e identidad al que lo posee.
En el libro de Mateo vemos a los Reyes de Oriente abriendo sus tesoros a Jesús. Ellos le darían de lo mejor que poseían. Esto es profundamente bello. 
Trajeron desde lejos todos sus tesoros para adorarle y al verlo, pusieron a sus pies lo más significativo, valioso y profético: El Oro, que en el contexto señalado representa la rendición total de su influencia, poder, autosuficiencia y dominio a los pies de Jesús.
El oro como presente a los pies de Cristo significaba que los Reyes tomaban su realeza, posición y dignidad y la sometían al GRAN REY. Toda su identidad, rango, seguridad e influencia la cedían a Cristo. Dicho de otra forma, ellos se sometían, se sujetaban y en obediencia total rendían sus coronas a Jesús. 

Todo lo que implica el oro debe ser puesto a los pies del Mesías; sólo así nuestro cántico será aceptado por el Padre. El acto de los magos de oriente al tomar el oro y adorar con éste al Señor, yo lo resumo en una sola palabra: “Obediencia”. Este es el ingrediente esencial en la vida devocional de un adorador. Sin la obediencia a Dios, a su Palabra y Autoridad y a su Santo Espíritu, nuestra ofrendas y alabanzas, sólo son fuego extraño que se disipa antes de llegar a Su Trono.
Obediencia es el oro rendido a los pies del Creador. Jesús nos muestra este factor trascendental de la adoración excelente con su vida rendida y sujeta al Espíritu.

Si tan sólo entendiésemos este secreto de adorar a Dios con oro; obediencia plena, rendición total, veríamos miles de propósitos divinos cumplirse por doquier. Como los reyes de oriente hoy, abramos nuestros tesoros y pongamos a sus pies, en obediencia, nuestro oro.



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