jueves, 19 de diciembre de 2013

Deja de discutir con la vida...

Una gran proporción de la falta de felicidad que sentimos en nuestras vidas es consecuencia de nuestros juicios de valor. Tendemos a juzgarlo todo. A las personas que nos rodean, las circunstancias que presentan éstas, los hechos del momento y, naturalmente, a nosotros mismos.

De pronto, me llega una oleada de compasión que barre los juicios de valor y que hace imposible una condena por mi parte. ...

Lo que estoy diciendo aquí, es que en un corazón que tiene amor no hay lugar para los juicios de valor. Pero recuerda que juzgar no es discernir, y observar no es juzgar. Saber discernir es muy saludable, y hacer observaciones es muy natural. Una observación dice: «Esto es así». Un juicio de valor dice: «Esto no debe ser así».

Sobre todo, no te juzgues a ti mismo; pues Dios no te juzgará jamás. No; ni ahora ni nunca. Esta es la verdad que está detrás de la verdad. Esta es la verdad que no se puede pronunciar. Esta es la blasfemia de entre las blasfemias.

El Juicio y la Condena se cuentan entre las Diez Ilusiones de los Seres Humanos. Sencillamente, no son reales."

Donald Walsch
 
 

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