El arte de dar y recibir
¡Si cada uno de nosotros diéramos algo de si mismo
sin pedir nada a cambio! ¡Cuánto recibiríamos! No debemos olvida como dice
Maharaj que la vida es un milagro y una sublime oportunidad y sólo tenemos una,
así que les propongo que despertemos y que comencemos a practicar el bello arte
de dar que nos dará como recompensa una re confortación enorme, y una dicha
imposible de explicar con palabras. Necesitamos dar, necesitamos dar lo
aprendido, no debemos guardarnos nada. Hay muchas maneras de dar.
Si somos profesionales
compartamos todo nuestros conocimientos. Si tanto hemos leído sobre
espiritualidad, no basta con tener los libros, es necesario demostrar a través de acciones que dar nos
eleva como seres, como almas. Claro que no hay que dar por dar, ni mucho menos
porque nos sobra. Hay que dar de corazón. Se dice que la gente más humilde y
más sencilla es la que más da ,y no me cabe duda alguna. Tener siempre las
manos abiertas y los brazos extendidos. Si no poseemos cosas materiales,
podemos apoyar, contener, abrazar, escuchar al otro. Es la única vía por la
cual nos sentiremos plenos y verdaderamente felices. Ya lo decía Jesús: “Nunca
se cansen de hacer el bien”. ¿Qué recibimos? El amor de ese otro, su sonrisa,
su “gracias”, su alegría. Recibimos en
la medida que damos, y de repente puede que no lo recibamos de la persona a
quien ayudamos, sino que la rueda de la vida nos los devuelva desde otro lugar.
Debemos dejar huellas gente.
Debemos olvidar lo material
pues es algo transitorio que va y viene, mientras la vida del día a día con
todo lo que ello implica es nuestro presente, y lo que nos ha de ayudar a transcender
y ayudar a otros a que transciendan. Recordemos que la vida es un viaje más que
valioso, entonces si sabemos dar y recibir amor sabremos qué es la dicha.
¡Triste aquél que no conoce el verdadero amor! Todos los días salgamos a la
calle con una actitud de gratitud hacia la vida y hacia nuestros hermanos.
Cuando sepamos lo que es ser grato y humildes, sabremos entonces recibir, y de hecho la vida nos dará más de lo que
pedimos. Cada vez que recibamos agradezcamos. Todo aquello que no se agradece
se pierde, y lo que se agradece se potencia y se vuelve parte de nuestra
esencia.
Aprendamos cada día a
dar, a comprender, a escuchar, a
agradecer, a tender una mano, a levantar a nuestro prójimo cuando se cae y la
vida fluirá en paz y seremos dichosos.
¡Pongámonos en marcha!
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