lunes, 25 de noviembre de 2013


El arte de dar y recibir

 

¡Si cada uno de nosotros diéramos algo de si mismo sin pedir nada a cambio! ¡Cuánto recibiríamos! No debemos olvida como dice Maharaj que la vida es un milagro y una sublime oportunidad y sólo tenemos una, así que les propongo que despertemos y que comencemos a practicar el bello arte de dar que nos dará como recompensa una re confortación enorme, y una dicha imposible de explicar con palabras. Necesitamos dar, necesitamos dar lo aprendido, no debemos guardarnos nada. Hay muchas maneras de dar.

Si somos profesionales compartamos todo nuestros conocimientos. Si tanto hemos leído sobre espiritualidad, no basta con tener los libros, es necesario  demostrar a través de acciones que dar nos eleva como seres, como almas. Claro que no hay que dar por dar, ni mucho menos porque nos sobra. Hay que dar de corazón. Se dice que la gente más humilde y más sencilla es la que más da ,y no me cabe duda alguna. Tener siempre las manos abiertas y los brazos extendidos. Si no poseemos cosas materiales, podemos apoyar, contener, abrazar, escuchar al otro. Es la única vía por la cual nos sentiremos plenos y verdaderamente felices. Ya lo decía Jesús: “Nunca se cansen de hacer el bien”. ¿Qué recibimos? El amor de ese otro, su sonrisa, su “gracias”, su alegría.  Recibimos en la medida que damos, y de repente puede que no lo recibamos de la persona a quien ayudamos, sino que la rueda de la vida nos los devuelva desde otro lugar. Debemos dejar huellas gente.

Debemos olvidar lo material pues es algo transitorio que va y viene, mientras la vida del día a día con todo lo que ello implica es nuestro presente, y lo que nos ha de ayudar a transcender y ayudar a otros a que transciendan.  Recordemos que la vida es un viaje más que valioso, entonces si sabemos dar y recibir amor sabremos qué es la dicha. ¡Triste aquél que no conoce el verdadero amor! Todos los días salgamos a la calle con una actitud de gratitud hacia la vida y hacia nuestros hermanos. Cuando sepamos lo que es ser grato y humildes, sabremos entonces recibir,  y de hecho la vida nos dará más de lo que pedimos. Cada vez que recibamos agradezcamos. Todo aquello que no se agradece se pierde, y lo que se agradece se potencia y se vuelve parte de nuestra esencia.

Aprendamos cada día a dar,  a comprender, a escuchar, a agradecer, a tender una mano, a levantar a nuestro prójimo cuando se cae y la vida fluirá en paz y seremos dichosos.
¡Pongámonos en marcha!
 

 

 

 

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