lunes, 25 de noviembre de 2013


La importancia de meditar

 

En estos tiempos en donde vivimos corriendo toda la jornada, trabajando, llevando a los chicos a la escuela y haciendo otras actividades, necesitamos tomarnos un tiempo diario para estar a solas con nosotros mimos, para pode relajarnos, encontrar una hora al día al mínimo para contactarnos con nuestro ser interior y esto es posible hacerlo en casa, siempre muy cuando no seamos molestados por nada ni nadie.

 

Se trata de un tiempo propio al cual tenemos derecho y el cual debemos priorizar. ¿Cómo meditar? En primer lugar escoger una hora del día, a la mañana muy temprano o ya tarde por la noche y ubicarnos en una habitación silenciosa pidiendo no ser molestados. Podemos poner una música ambiental  muy suave que relaje y si deseamos encender algunas velas aromáticas. Luego nos sentamos en un cómodo sillón, o si preferimos  también podemos escoger recostarnos en un sofá o una cama. Lo ideal es sentirse  en una posición  bien confortable y que el ambiente genere paz.

 

Cuando ya nos encontramos relajados, el primer paso a dar para alcanzar una buena meditación es concentrarnos en la respiración. Inhalar por la nariz y exhalar por la boca cada vez más espaciadamente para calmar el organismo y la mente. Si queremos nos podemos ayudar de alguna oración, una visualización positiva y relajante, o en la misma música. No importa lo que sea, pero debemos alcanzar placer y paz.

Siempre conscientes de este estado, cerramos los ojos vamos aflojando poco a poco cada miembro, los brazos, el abdomen, las piernas. Al estar totalmente como en una nube y medio adormecidos, visualizamos un paisaje de la naturaleza, colores que nos den paz  y nos contactamos con nosotros mismos. Es necesario escuchar nuestro silencio interior, sentir las emociones, vivirlas en silencio y conectar con el alama. Es en el alama que se halla la fuente de la sabiduría. Así vamos realizando cambios que nos benefician como perdonar, pedir por alguien, quitarnos el resentimiento y el mal humor para recuperar la fortaleza y el poder  que llevamos dentro.

Claro que un día no han de notar cambios profundos, pero con el correr de la semana la vida comienza a cambiar y nos vemos diferentes hacia notros y hacia los demás. Nos cargamos de más energía positiva y a su vez nos enamoramos no sólo de nosotros, sino de todo y de todos. Comenzamos a amar la vida, las cosas sencillas, el presente. Comenzamos a valorar y desde este comienzo meditativo, la gente de nuestro entorno nos encontrará diferentes porque nuestros rostros ya no dibujaran enojo ni ira, sino todo lo contario: plenitud. Dios es Amor y el alma es Dios, es nuestra parte divina y sublime en todos, y  cuando la localizamos en otros  nos vuelve con mayor resplandecer. Por ello no nos identifiquemos más solo con lo físico, demos importancia al alma que sana, que cura, que protege, que deviene nuestro refugio.
Lilia Canosa
 
 

 

 

 

 

 

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