La importancia de meditar
En estos tiempos en donde vivimos corriendo toda la
jornada, trabajando, llevando a los chicos a la escuela y haciendo otras
actividades, necesitamos tomarnos un tiempo diario para estar a solas con
nosotros mimos, para pode relajarnos, encontrar una hora al día al mínimo para
contactarnos con nuestro ser interior y esto es posible hacerlo en casa,
siempre muy cuando no seamos molestados por nada ni nadie.
Se trata de un tiempo propio al cual tenemos derecho
y el cual debemos priorizar. ¿Cómo meditar? En primer lugar escoger una hora
del día, a la mañana muy temprano o ya tarde por la noche y ubicarnos en una
habitación silenciosa pidiendo no ser molestados. Podemos poner una música
ambiental muy suave que relaje y si
deseamos encender algunas velas aromáticas. Luego nos sentamos en un cómodo
sillón, o si preferimos también podemos
escoger recostarnos en un sofá o una cama. Lo ideal es sentirse en una posición bien confortable y que el ambiente genere
paz.
Cuando ya nos encontramos relajados, el primer paso
a dar para alcanzar una buena meditación es concentrarnos en la respiración.
Inhalar por la nariz y exhalar por la boca cada vez más espaciadamente para
calmar el organismo y la mente. Si queremos nos podemos ayudar de alguna
oración, una visualización positiva y relajante, o en la misma música. No
importa lo que sea, pero debemos alcanzar placer y paz.
Siempre conscientes de este estado, cerramos los
ojos vamos aflojando poco a poco cada miembro, los brazos, el abdomen, las piernas.
Al estar totalmente como en una nube y medio adormecidos, visualizamos un
paisaje de la naturaleza, colores que nos den paz y nos contactamos con nosotros mismos. Es
necesario escuchar nuestro silencio interior, sentir las emociones, vivirlas en
silencio y conectar con el alama. Es en el alama que se halla la fuente de la
sabiduría. Así vamos realizando cambios que nos benefician como perdonar, pedir
por alguien, quitarnos el resentimiento y el mal humor para recuperar la fortaleza
y el poder que llevamos dentro.
Claro que un día no
han de notar cambios profundos, pero con el correr de la semana la vida comienza
a cambiar y nos vemos diferentes hacia notros y hacia los demás. Nos cargamos
de más energía positiva y a su vez nos enamoramos no sólo de nosotros, sino de
todo y de todos. Comenzamos a amar la vida, las cosas sencillas, el presente. Comenzamos
a valorar y desde este comienzo meditativo, la gente de nuestro entorno nos
encontrará diferentes porque nuestros rostros ya no dibujaran enojo ni ira,
sino todo lo contario: plenitud. Dios es Amor y el alma es Dios, es nuestra
parte divina y sublime en todos, y
cuando la localizamos en otros
nos vuelve con mayor resplandecer. Por ello no nos identifiquemos más
solo con lo físico, demos importancia al alma que sana, que cura, que protege,
que deviene nuestro refugio.
Lilia Canosa
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