lunes, 30 de diciembre de 2013

Despidiendo al 2013...

Estamos próximos a terminar el año 2013 y mi compromiso contigo es empezar con toda la energía positiva a entrenar tu mente para que puedas dominar en forma positiva tus pensamientos


Para reflexionar en nuestro presente voy a profundizar este tema...


Desde tiempos muy antiguos, los maestros espirituales de todas las tradiciones han señalado como el aquí y ahora como la llave para conectarse con nuestro poder interior.


Son muy pocas las personas que perciben el poder de presente en sus vidas, viven preocupadas en su mañana, pero no comienzan su propia transformación en el hoy.


Los maestros zen rinzai, para captar la atención de sus alumnos del tiempo,  levanta su dedo y pregunta:  ¿Qué falta en este momento?


Esta es una pregunta poderosa que no necesita respuesta en el nivel de la mente, tiene la intención de llevar la atención al ahora.


En el sufismo, tienen un dicho: el sufí es el hijo del tiempo presente.


Los seres humanos podemos liberarnos del tiempo cuando tomamos el control de nuestra vida en el momento presente.


Romper en el presente los patrones negativos y limitantes, hará que tu mente se libere del pasado. Debes observar la tendencia habitual de tu mente a escapar del ahora, siempre mirando hacia atrás o simplemente solo enfocándose en tu futuro, sin tener control de los pensamientos en tu presente.


En el momento en que te des cuenta que tu mente no está en el presente, al ser consciente la energía en el presente se fortifica, es un ejercicio continuo y que depende de tu observación de cada momento de tu vida.


No juzgues, ni analices solo observa tus pensamientos, descubre que emociones te generan y que reacciones te traen aparejadas, en este año que comienza toma el control de tu vida en tu presente, en el ahora está la llave que buscas para mejorar tu vida.




¡¡¡Muchas felicidades y disfruta tu vida hoy que es maravillosa!!!


domingo, 29 de diciembre de 2013

Me permito utilizar este medio para dedicarle este video a mi viejo querido que se me fue este mes. ¡TE AMO PAPÁ!




TAMPOCO OLVIDEMOS A ESTA GENTE QUE SUFRE Y QUE PASA LA NAVIDAD CON SUMO DOLOR. LOS INVITO A ORAR POR ELLOS.



¡POR UN MUNDO SIN ARMAS, SIN VIOLENCIA, SIN FRONTERAS, PIDAMOS UN AÑO EN EL CUAL REINE LA PAZ Y TODOS SEAMOS UNO!


Dicen que cuando se acerca fin de año los ángeles curiosos se sientan al borde de las nubes a escuchar los pedidos que llegan desde la tierra.

- ¿Qué hay de nuevo? -pregunta un ángel pelirrojo, recién llegado.

Lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad...- contesta el ángel más viejo.

Y bueno, todas esas son cosas muy importantes.

Lo que pasa es que hace siglos que estoy escuchando los mismos pedidos y aunque el tiempo pasa los hombres no parecen comprender que esas cosas nunca van a llegar desde el cielo, como un regalo. 

¿Y qué podríamos hacer para ayudarlos? - Dice el más joven y entusiasta de los ángeles.

¿Te animarías a bajar con un mensaje y susurrarlo al oído de los que quieran escucharlo? - pregunta el anciano.


Tras una larga conversación se pusieron de acuerdo y el ángel pelirrojo se deslizó a la tierra convertido en susurro y trabajó duramente mañana, tarde y noche, hasta 1os últimos minutos del último día del año.

Ya casi se escuchaban las doce campanadas y el ángel viejo esperaba ansioso la llegada de una plegaria renovada. Entonces, luminosa y clara, pudo oír la palabra de un hombre que decía:

"Un nuevo año comienza. Entonces, en este mismo instante, empecemos a recrear un mundo distinto, un mundo mejor: sin violencia, sin armas, sin fronteras, con amor, con dignidad; con menos policías y más maestros, con menos cárceles y más escuelas, con menos ricos y menos pobres.

Unamos nuestras manos y formemos una cadena humana de niños, jóvenes y viejos, hasta sentir que un calor va pasando de un cuerpo a otro, el calor del amor, el calor que tanta falta nos hace.

Si queremos, podemos conseguirlo, y si no lo hacemos estamos perdidos, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad".

Desde el borde de una nube, allá en el cielo, dos ángeles cómplices sonreían satisfechos.

Del libro: "Cuentos para Niños de 8 a 108 II" - Pancho Aquino







Antes de terminar el año y aún con clima navideño me gustó este cuento que ahora comparto con ustedes.

El buen leer

Hace muchos años, en un pueblito llamado “El buen leer” ocurrió un hecho muy curioso. Cuenta la historia que los habitantes del pueblo amaban la lectura. En todos los hogares había una 
biblioteca, por pequeña que fuera. Ningún niño se iba a la cama sin haber leído o escuchado un cuentito de boca de sus papás. Los libros vivían felices pasando de mano en mano. Sabían que, gracias a ellos, los niños aprendían, soñaban e imaginaban. Pasaban sus días alegremente, haciéndose compañía unos a otros.

En esos tiempos, un libro era un excelente regalo de cumpleaños, incluso Papá Noel llenaba su bolsa con ejemplares de todos los tamaños y colores. Cierto día, llegó al pueblito una bruja que no había tenido la suerte de poder leer en su infancia y a quien sus papás jamás le habían contado un cuentito.

Se instaló en una casa alejada con una televisión como única compañía. Como se aburría bastante, comenzó a observar a todos y cada uno de los habitantes del pueblo, todos eran cultos, divertidos y con una imaginación prodigiosa. Quiso entablar conversación con sus vecinos y a pesar de ser muy bien recibida, al tiempo se dio cuenta que poco tema tenía para compartir.

No era lo mismo hablar de aquello que veía en la televisión que de historias fantásticas, de misterio o de amor. La brujita sintió envidia por todo aquello que desconocía y que tanto enriquecía a la gente del pueblo. Decidió entonces que, para estar en igualdad de condiciones, haría desaparecer todos los libros de “El buen leer”.

- ¡Hablaremos de las mismas cosas!. ¡Ya nadie sabrá más que yo, ahora seremos todos iguales! –dijo para sí.

La decisión más acertada hubiera sido comenzar a leer ella también, pero la envidia es un pésimo sentimiento que sólo nos hace tomar decisiones equivocadas.

Preparó una pócima maloliente y tomó su escoba. Sobrevoló todo el pueblo salpicando con el líquido verde cada hogar, cada escuela, cada libro. En pocos minutos, todos los libros del pueblo habían desaparecido y habían sido reemplazados por televisores. Nadie entendía lo ocurrido.

Las bibliotecas comenzaron a caerse debido al peso de los aparatos. Los niños se acostaban tristes, ya que sus papás no podían leerles un cuento. En poco tiempo la fisonomía del pueblo cambió. Los niños soñaban cosas feas, imaginaban poco, y comenzaban a olvidar palabras y datos importantes que habían aprendido.

Todo el pueblo se iba empobreciendo día a día. Ir a la escuela se complicaba pues sin libros, no era fácil estudiar. Las mamás cocinaban sólo cosas muy sencillas pues las mejores recetas que atesoraban en valiosos libros ya no estaban. Los jueces estaban en problemas, pues no recordaban de memoria todas las leyes y no podían aplicarlas como era debido.

La única que estaba feliz era la envidiosa brujita quien ahora sentía que no era tan diferente al resto de la gente. Pero sabido es que lo que no se hace con amor, no funciona.

La brujita enfermó. Comenzó a dolerle mucho la pancita y tuvo que llamar al médico del pueblo.

- Yo debería recetarle un remedio, pero la dosis justa se encontraba en el libro de medicina que ya no tengo, no creo poder hacer mucho –le dijo el doctor revisándola.

- No importa –dijo la brujita- iré a la farmacia, seguro allí podrán ayudarme.

Llegó a la farmacia tomándose la panza pues le dolía mucho, tampoco tuvo éxito.

- Lamento no poder ayudarla –dijo el farmacéutico –todos los remedios venían con un libro de indicaciones que ha desaparecido.

- Bueno, no importa, ya pasará –contestó orgullosa la bruja.

Regresó a su casa, dispuesta a acostarse y ver un rato de televisión para ver si se distraía y se le calmaba el dolor, pero no pudo hacerlo porque se había cortado la luz. El aburrimiento era mucho, las horas no pasaban más y el dolor tampoco.

- ¿Qué puedo hacer? -se preguntaba la dolorida brujita, quien sin televisión se sentía perdida.

Mientras tanto, la gente del pueblo extrañaba sus amados libros, para quien conoce el valor de la lectura, sabe bien que no hay televisión que reemplace un buen libro.

- Algo debemos hacer –dijo el alcalde muy preocupado- no puede ser que nos resignemos a no leer más, no me explico qué ha pasado con los libros.

- Hemos buscado por todas partes y nada encontramos –comentó un niño.

- Yo creo que la bruja algo tiene que ver en todo esto. Al poco tiempo que ella llegó desaparecieron todos y cada uno de nuestros libros – agregó un papá.

- ¡Es cierto! –dijo el alcalde- averiguaremos si ha sido ella y le daremos un buen escarmiento –propuso.

- ¿Irá a prisión? –preguntó el niño.

- ¡Y sin televisión! –contestó el alcalde.

Todo el pueblo comenzó a acusar a la brujita y a proponer diferentes castigos para ella.

Todos, menos el niño que pensaba bien distinto.

– ¡Esperen, esperen! – gritó el niño para que todos lo escuchen- esto no es lo que nos han enseñado los libros. De ellos hemos aprendido el valor de la justicia y de la palabra, déjenme a mí, verán que pronto todo vuelve a la normalidad. Todos callaron y el alcalde le permitió al pequeño que se ocupara del asunto.

Entusiasmado con su misión, el niño fue a visitar a la brujita, quien seguía molesta por su dolor de panza. Golpeó la puerta, se presentó y al ver su cara de dolor, le preguntó en qué podía ayudarla.

– En nada, pequeño, no eres doctor, ni farmacéutico, y aún menos electricista para arreglar el corte de luz –le dijo la bruja muy seria.

– Si estuviese entretenida, el dolor pasaría más pronto –contestó el pequeño.

– Tu lo has dicho, pero ya ves, no puedo ver televisión, por lo tanto me aburriré mucho y tu nada puedes hacer al respecto.

– No crea señora, tengo una idea –dijo el niño. Le pidió que se sentase en un sillón y le contó uno de los cuentos que sus papás le habían leído muchas noches.

De a poco, el dolor se fue pasando. La magia del cuento fue envolviendo el corazón y la imaginación de la brujita, quien se transportó por un instante a tierras lejanas y desconocidas. Por primera vez en su vida, alguien le contaba un cuento, le regalaba una historia, un momento compartido, le abría las puertas a un mundo desconocido y hermoso.

– Bella historia por cierto ¿En qué programa de televisión la has visto? –preguntó la asombrada brujita.

– Es un cuento, mi preferido. Me lo leían mis papás casi todas las noches, por eso lo se de memoria. Bueno, antes de que todos los libros desaparecieran claro está- contestó triste el pequeño.

– ¿Tienes otro para contarme? –pidió la brujita entusiasmada. Entre príncipes, princesas, sapos encantados y valientes caballeros, la tarde pasó tan rápido que ninguno de los dos se dio cuenta.

El niño volvió a su casa. En su camino de regreso se dio cuenta que no había preguntado nada acerca de la desaparición misteriosa de los libros, pero igual estaba contento, sentía que había hecho algo importante. Al despedir al pequeño, la brujita ya sola en su casa, recordó cada una de las historias relatadas por el niño y sobre todo, recordó la magia que la había envuelto mientras las escuchaba.

Se dio cuenta que nunca, jamás, un programa de televisión había despertado en ella tal sentimiento y decidió enmendar su error. Volvió a preparar una pócima, pero esta vez con efecto contrario. Tomó su escoba y volvió a sobrevolar todo el pueblo. Al poco tiempo, todos y cada uno de los libros volvieron a su lugar.

El amanecer encontró a cada biblioteca poblada de ejemplares. Hogares, colegios, librerías, todos volvían a tener sus libros como si jamás hubiesen salido de allí. Nadie fue a prisión sin televisión y nunca supieron bien cómo y por qué los libros habían desaparecido. Suponían que la brujita algo había tenido que ver en el asunto, pero ya no importaba.

Ahora era ella quien tenía la biblioteca más completa del pueblo, leía cuanto podía y se sentía feliz. La brujita aprendió mucho leyendo: historia, geografía, literatura, pero lo más importante fue que supo que nada en el mundo reemplaza la magia de un libro sostenido entre las manos o de un hermoso cuento leído por un ser querido.

La magia de los libros : Liana Castello

¡Regalen libros para los Reyes Magos!






¿Lo sabían?

El Relicario de los Reyes Magos, denominado en alemán:  Dreikönigsschrein, es un cofre en forma de basílica, que -según se dice- contiene los restos de los tres Reyes. Es un gran sarcófago dorado y muy ornamentado, que consta de tres partes (los tres sarcófagos unidos, apilados).
Se encuentra en la Catedral de Colonia, detrás del Altar Mayor.

Las reliquias de los tres Sabios fueron trasladadas desde Milán en 1164.

Presenta un importante trabajo de orfebrería, que se completó en 1225. Mide unos 110 centímetros de ancho, un metro y medio de alto y 2 metros, veinte centímetros de largo, realizado en madera revestida de oro y plata, y decorado con piedras preciosas y con 74 figuras en bajorrelieve.




Cofre que "contiene" los cuerpos de los Reyes Magos.

Colonia - Alemania

La comparto pero la tuya ¡la tienes en tu interior!