martes, 17 de diciembre de 2013

CARTA DE UNA MADRE PARA SU HIJA

 Mi querida hija, el día que me veas vieja, te pido por favor que tengas paciencia, pero sobre todo trata de entenderme. Si cuando hablamos, repito lo mismo mil veces, no me interrumpas para decirme “eso ya me lo contaste” solamente escúchame por favor. Y recordar los tiempos en que eras niña y yo te leía la misma historia, noche tras noche hasta que te quedabas dormida. Cuando no me quiera bañar, no me regañes y por favor no trates de avergonzarme, solamente recuerda las veces que yo tuve que perseguirte con miles de excusas para que te bañaras cuando eras niña. Cuando veas mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y por favor no hagas esos ojos ni esas caras de desesperada. Recuerda mi querida, que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer apropiadamente, vestirte y peinarte por ti misma y como confrontar y lidiar con la vida. El día que notes que me estoy volviendo vieja, por favor, ten paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme. Si ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante. Solamente ten presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo y que me escuches. Y cuando mis cansadas y viejas piernas, no me dejen caminar como antes, dame tu mano, de la misma manera que yo te las ofrecí cuando diste tus primero pasos. Cuando estos días vengan, no te debes sentir triste o incompetente de verme así, sólo te pido que estés conmigo, que trates de entenderme y ayudarme mientras llego al final de mi vida con amor. Y con gran cariño por el regalo de tiempo y vida, que tuvimos la dicha de compartir juntas, te lo agradeceré. Con una enorme sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido, sólo quiero decirte que te amo, mi querida hija.

Acompañemos a nuestras madres.


¡Desde Argentina le deseamos un muy feliz día al Papa Francisco!



lunes, 16 de diciembre de 2013

Andrea Bocelli

Les dejo una canción de un cantante que como dijo Pavarotti canta con el alma y que a pesar de su dificultad visual logró concretar sus sueños o su sueño: estar en un escenario y cantar. Espero les guste, está acompañado por otra excelente voz como lo es la de Céline Dion Es esta una canción que tendría que expandirse por el mundo todo.



Como me gusta mucho leer me atrevo a dejarles un libro muy bueno del tan conocido escrito Sinay que por cierto ha escrito otros tantos. Son todos muy lindos. En este caso escogí La felicidad como elección porque concuerdo con Sinay que de eso se trata.

La felicidad la elegimos.



Decidite y perdonate a vos mismo y a todos aquellos que te han hecho algún tipo de daño. Sólo de esta manera podrás ser libre y feliz.






Algunos pensamientos para ser feliz

Si abrigas un bello pensamiento no te quedes con él, manifiéstalo:
         Si quieres pedir perdón y decirle a esa persona que la quieres, hazlo.
             Si tienes oportunidad de componer un poema, escríbelo y obséquialo.
             Si deseas cantar una canción, cántala y sé feliz.
             Si unas lágrimas asoman a tus ojos, déjalas brotar y desahógate.
             Si te viene el deseo de reír, ríe y contagia tu alegría.
             Si ansías tener algo y puedes poseerlo, adquiérelo y disfrútalo.
             Si puedes brindar ayuda a un semejante, dala toda y no te limites.
             Si vas a dar un consejo, mejor sugiere, para no equivocarte.
             Si tienes animales no los maltrates, protégelos.
             Si anhelas un mundo más hermoso, cuida la naturaleza.
             Si hay un niño a quien puedes educar, cuídalo hasta hacerlo hombre.
             Si tienes sueños, hazlos realidad esforzándote más y siendo digno.
             Si en verdad quieres ser feliz, no te quedes con las ganas y:
             ¡Sé autentico! ¡Sé natural!
             ¡Sé sincero!
            ¡ Sé bondadoso!
            y...
            ¡ Bríndate para que seas feliz! 


Buscando la...

La llave de la felicidad

Cuenta la leyenda que hace millones y millones de años, cuando recién se había creado el Universo. Se reunieron todos los dioses para contemplar su obra, y extasiados por tanta belleza y perfección no pudieron evitar caer en la tentación de la presunción, es por lo que decidieron crear al hombre para que este le envidiara y admiraran su poder.

Entonces los dioses se dedicaron afanosamente a crear al hombre, y cuentan algunas religiones que lo hicieron tan a su imagen y semejanza, que lo dotaron de fuerza, valor, felicidad, inteligencia, sabiduría, etc, que llegaron a temer que se fundieran entre ellos y que en un momento dado los destituyeran y ocuparan su lugar, por lo que decidieron esconderle alguna de las virtudes con las que había sido creado.

¿Dónde podrían guardar la felicidad para que el ser humano no la encontrara?. Estuvieron reflexionando sobre ello mucho tiempo; cuando uno decía de esconderla en el pico de la montaña más alta, otro de los dioses le rebatía, diciendo que al haberlo dotado de fuerza y valor podría escalar esa montaña y encontrarla.
 Cuando uno de ellos comentaba que tenían que esconder la felicidad en la sima más profunda de los océanos, otro le corregía diciendo que al ser humano le habían dotado de  una gran inteligencia, y podrían inventar una máquina que se sumergieran en los mares y la podrían encontrar.
 Cabía otra posibilidad esconderla en otra galaxia, -pero llegaría el día se dijeron unos a otros-  en que el hombre exploraría el Universo, descubriría los agujeros negros y llegaría a las otras galaxias. ¿Qué hacer pues?.
 En estas reflexiones andaban cuando uno de ellos -el más gordito y bajito- que había permanecido todo el tiempo en silencio, dijo: 

Vamos a escondérsela dentro de ellos mismo, que siempre estarán tan ocupados en atesorar riquezas, conseguir el poder pensando que esto es lo que les dará la felicidad, que nunca se darán cuenta que dentro de ellos mismos está la llave de la felicidad.

El ser humano juega al escondite consigo mismo y no se decide investigar en su naturaleza interior. Busca la felicidad en el exterior, donde todo es fortuito, y nada permanece estable. En la vida cotidiana se alternan lo agradable y lo desagradable, el placer y el dolor, pero no puede encontrarse felicidad permanente en lo que es transitorio e inestable. La felicidad como un estado más permanente solo puede encontrarse en uno mismo y representa un estado de sosiego, contento, ecuanimidad y visión esclarecida.